Recientemente ha fallecido José Miguel Barros a quien tuve el honor de conocer durante mis años en Holanda. Me impresionó su cultura superior, su trato amable y su tremendo profesionalismo. Sobrio y elegante en el vestir. Dominaba varios idiomas lo cual pude comprobar, cuando con total desinterés y disposición realizo la traducción del español al ingles de los versos finales de la Rima 73 de Gustavo Adolfo Bécquer. Era para la parte final de mi cortometraje Lamento de Una Rima. Fue un hermoso gesto de su parte. Me contó que lo hizo mientras volaba en uno de sus múltiples viajes.
Otro grato recuerdo fue una noche de Navidad. Yo estaba solo en la casa donde vivia,perteneciente a una familia amiga de Elna su distinguida esposa holandesa. Estaba ya preparado para pasar esa noche sin compañia..Al saber esto, tuvo la gran gentileza de invitarme a compartir aquella Navidad junto a su familia. Fue una noche muy grata. Allí pude conocer su faceta desconocida. Tenia una gran voz y sabia cantar muy bien junto a su guitarra.
Aquella noche fue especial sin duda.
La diplomacia chilena tuvo en él a un distinguido y sobresaliente representante. Gran estudioso,prolijo y certero en sus juicios. Ejerció como representante diplomático a seis gobiernos, desde Juan Antonio Rios hasta Patricio Aylwin.
Fue un agrado conocerlo y nunca olvidaré aquella mañana de 1976 en la calle Javastraat en el centro de La Haya, cuando, descendiendo de un hermoso coche deportivo, apareció el Embajador José Miguel Barros. Venía llegando desde Ginebra.
Después de un par de años , fue destinado a otra embajada.Es la vida de un diplomático, siempre de un pais a otro. Nunca mas lo vi, hasta que, muchos años después, en una tarde de verano , sorpresivamente, nos topamos en el paseo junto a la playa de Rocas de Santo Domingo. Una vez mas,pude intercambiar unas palabras.Como siempre fue muy amable y receptivo. Había pasado el tiempo y ya estaba retirado del Servicio Exterior. Esa fue la ultima vez que lo vi.
Un saludo a su familia por esta lamentable pérdida.
