
Fueron cinco dias de festejos dieciocheros. Las ramadas repletas de alegres bailarines disfrutaron plenamente estas fiestas patrias. Este hombre, después de un intenso y regado festejo no alcanzó a llegar a su morada. Por lo tanto, decidió sin prejuicio alguno, echarse a dormir en plena tierra. Allí, a un costado del antiguo puente a las Rocas de Santo Domingo durmió largamente. Quien sabe cuanto tiempo estuvo sumido en su embriaguez dieciochera. Total, fueron cinco dias bien regados y bailados que nadie se los va a quitar... caramba..
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